Pegaso nació de la sangre derramada de la cabeza de Medusa que convertía en piedra todo cuanto miraba. Medusa estaba embarazada de Poseidón, Dios de los mares y los terremotos, agitador de la tierra y protector de las ciudades helenas. A poco de nacer, Pegaso pateó el suelo del monte Helicón y surgió el manantial de la inspiración y la poesía. Pegaso representa el valor, la prudencia y la inteligencia, simboliza nobleza, libertad, velocidad, calidez, poder creativo, indomable y timidez. El Pegaso solo puede ser domado por hombre de corazón puro y con buenos fines, tiene el don natural de detectar la maldad y nunca servirán a quien los dome para fines que no sean puros. Tienen alta sensibilidad y percepción.

Belerofonte, gran guerrero invicto, consiguió domarlo pero su ego fue tal que quiso convertirse en un Dios y viajó a sus lomos hacia el olimpo. Al darse cuenta Pegaso lo derribó y esa fue la muerte de Belerofonte, en agradecimiento Zeus lo nombró portador del rayo y del trueno pasando al Olimpo de los Dioses, le hizo encargado de conducir el carro de la Aurora que con su paso anunciada el amanecer de un nuevo día. Finalmente, Zeus convirtió a Pegaso en la constelación del norte, su astro Enif es 6700 veces más brillante que el sol y 10 veces más denso, desde entonces todas las noches nos mira desde el cielo y vela por el descanso de los nobles.